Para las mujeres el riesgo de un embarazo no deseado puede cambiar su vida para siempre, pero una enfermedad también lo puede hacer. ¿Qué hacer cuando ya tenemos la opción de decidir sobre nuestra sexualidad?
En los años sesenta el mundo empezó a vivir revoluciones, no solo por las guerras y las desigualdades sociales sino porque por primera vez las mujeres podían tomar el control sobre su sexualidad, podrían decidir sobre el embarazo. Eso sí, la píldora cuando recién fue mostrada al público fue vendida principalmente para las mujeres casadas, pero esto no hizo que el resto de mujeres jóvenes quisieran tener este poder en sus manos.
Cincuenta años han pasado y el tema en cada década evoluciona, porque con esta liberación vinieron responsabilidades tanto para hombres como para mujeres. Tener el control de la sexualidad hace que toque ser disciplinado con el tema, saber que existen unas reglas que hay que cumplir y que hay que compartir con las nuevas generaciones. La educación sexual, increíblemente, todavía no es indispensable en los programas estudiantiles y la mayoría de los padres delegan estos temas a los institutos educativos, lavándose las manos. De lo que no hemos caído en cuenta es que es un tema que nos incumbe a todos, es salud pública.
En Colombia cada cinco años se realiza la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ENDS) donde en cada edición se han venido planteando diferentes temas como: el crecimiento poblacional, educación sexual, violencia contra las mujeres, enfermedades de transmisión sexual, planificación familiar, maternidad segura y la sexualidad en adolescentes. Se hace a nivel nacional y a personas entre los 13 y 59 años de todos los niveles socioeconómicos, rurales y urbanos. Es cierto que en los últimos 25 años la tasa de fecundidad en el país ha bajado, al igual que los embarazos adolescentes pero las cifras siguen siendo altas, 17.4% de las mujeres adolescentes han tenido un embarazo para el 2015. Para controlar este tipo de problemas el Gobierno nacional junto con el Ministerio de Salud y Profamilia han mantenido campañas para el uso de los anticonceptivos, no solo para los adolescentes, para todos. El uso de este se ha incrementado con los años, el 81% de las mujeres encuestadas se cuidan con algún tipo de anticonceptivo y el 46% de los hombres encuestados utilizan condón.
Pero estas campañas muchas veces son basadas en otras realizadas en otros lugares del mundo, sin tener en cuenta la idiosincrasia de nuestro país, donde todavía se tienen ideas machistas frente a la sexualidad, sobre todo para las mujeres, y se pueden encontrar casos de mujeres a las que sus esposos les controlan los métodos anticonceptivos, algunos incluso prohibiéndolo porque su uso es únicamente para las mujeres libertinas o en otras palabras putas. Esto no distingue niveles socioeconómicos, sucede en todos tristemente.
En nuestro país la media de edad para la primera relación sexual es de 17 años para las mujeres y de 15 años para los hombres, dejando un interrogante frente a lo que estamos haciendo como sociedad para cuidar a estos jóvenes que comienzan a gozar de su sexualidad. En el tema masculino casi siempre existe la conversación sobre el uso del condón, en pocos casos trasciende más de ahí. Para las mujeres el tema es muy diferentes, la educación parte desde el hecho de ser madres y de ahí en adelante la toma de decisiones frente a este tema, pero en muchos casos no son enseñadas que tienen la posibilidad de tener más opciones.
La verdad es que la esterilización femenina termina siendo la opción que muchas mujeres terminan utilizando cuando ya no quieren tener más hijos, sobre todo cuando están en una relación estable, pero los hombres todavía no se le miden a hacerse la vasectomía; muchas veces por miedos inculcados por la misma sociedad, que no son ciertos, como la eyaculación precoz, perdida de la libido o simplemente el hecho de no poder tener más hijos y no poder comprobar lo machos que son.
El doctor Andrés Daste, ginecólogo y obstetra con más de 15 años de experiencia, se plantea algo muy importante, “la pregunta siempre ha sido que es lo mejor para planificar, yo estoy convencido de que no hay métodos ni buenos, ni malos. Los anticonceptivos son como los zapatos, cada uno tiene su horma”, de esto salen muchas discusiones sobre lo que es bueno o malo para las mujeres, que son las que tienen la carga más alta al momento de planificar. La respuesta a esto es sencilla: es mejor planificar a no hacerlo, que la decisión de ser madre sea por gusto y no porque toca, “si una mujer no quiere tener hijos debe planificar, punto”, dice.
En el mundo de los anticonceptivos hay un mundo de opciones para escoger y que serán buenos para cada organismo. Se pueden encontrar los hormonales, de barrera y los dispositivos intrauterinos, dependiendo de la paciente se debe tomar la decisión de cual utilizar. Muchas veces, pueden ser recetados no solo como métodos anticonceptivos sino como tratamiento a enfermedades que puedan sufrir las mujeres como la endometriosis, ovarios poli quísticos y hasta acné, todas relacionadas con las hormonas. “Cuando se va a recetar un anticonceptivo no puede ser una charla de cinco minutos, es una consulta larga”, comenta Andrés, “existen médicos que se lo pueden tomar a la ligera y en cinco minutos pueden decir: ‘tomate esto, adiós’”.
Pero, ¿entonces por qué hay tantos casos actualmente de mujeres que están dejando de utilizar anticonceptivos?, existen muchas razones, como cualquier medicina estos tienes contraindicaciones y ahí entra la práctica médica, estas consultas de las que habla el Dr. Daste que como pacientes las mujeres deben exigir, que se indague realmente los antecedentes de salud de la paciente, con esto se podría hacer un mejor trabajo y no existirían tantas mujeres que terminan con más enfermedades de las que tenían antes. “La OMS (Organización Mundial de la Salud) dice que no es necesario hacer exámenes antes de recetar, porque se asume que la persona que lo receta hizo un interrogatorio adecuado”, cuenta el Dr. Daste. Si se hace un buen interrogatorio se genera una empatía entre el paciente y el método elegido ya sea pastillas, DIU (dispositivos intrauterinos) o métodos de barrera.
Un error muy grande que se comete regularmente es pedirles consejos a las amigas, al fin y al cabo, también son mujeres y tienen los mismos problemas, pero realmente esto no es cierto porque cada cuerpo es completamente diferente, lo que me sirve a mí no tiene por qué servirte a ti, “no existe un anticonceptivo menos dañino, la formulación de un método anticonceptivo debe ser basado en una entrevista individual y no en los consejos de las amigas”, afirma el Dr. Daste. Pero lo que puede pasar es que con las amigas se tiene más confianza para hablar de estos temas, el problema ahí es que a menos que exista una médica ginecóloga en el grupo, no va a servir de nada y toca aprender a confiar en el médico que nos atiende, el trabajo de ellos es ese y no van a juzgar.
Otro problema muy grande que se ha empezado a conversar es el tema de la salud mental, que puede verse comprometida con los anticonceptivos. Ya se sabe que las mujeres cada mes tienen el ciclo menstrual y con esto vienen cambios hormonales que afectan el estado de ánimo y el cuerpo, y con algunos anticonceptivos se pueden mermar o incluso aumentar, en algunos casos estas hormonas proporcionadas al cuerpo externamente pueden terminar siendo detonantes de enfermedades mentales como la depresión y la paranoia.
Juliana Quiñones, una mujer en sus treinta, decidió usar el dispositivo JAYDESS para no tener que depender de inyecciones mensuales o pastillas, ya que según ella no era muy juiciosa con el tema. También sufre de ovario poli quístico y necesita de los anticonceptivos para tratar su enfermedad entonces esta opción era la mejor, su médica se lo recomendó gratamente, por esto decidió hacerse el procedimiento. Para Juliana todo se veía mucho más fácil y podría tener una vida sexual mucho más tranquila desde ese momento, pero cuando llegó el momento de la siguiente menstruación los cólicos se volvieron insoportables y el sangrado era mucho más fuerte de lo que ella siempre había tenido, su médica le dijo que estaba dentro de lo normal y que luego se regulaba dentro de los primeros 6 meses. Pero no sucedió eso, “empecé a tener sensaciones horrorosas que ni la ginecóloga ni nadie asociaron con el DIU”, cuenta Juliana. Empezaron la ansiedad, los ataques de pánico, el adormecimiento de sus brazos y cara, dolores de cabeza y depresión.
Juliana es una mujer que le encanta manejar, viene de una familia aficionada a los carros y a las travesías 4x4, estar encerrada en su casa no era la mejor opción y mucho menos no poder manejar, pero con todos estos síntomas tuvo que hacer un alto en su vida porque no podía hacer todo lo que le gustaba. De hecho, no podía salir de su casa por los ataques de pánico. “De tanto ir al médico porque sabía que algo no estaba mal – yo no soy así, normalmente – me mandaron a un psicólogo, yo tomé la decisión de ir a uno clínico, conocido de mi familia”, recuerda Juliana. Después de tratarla el psicólogo decidió, como último recurso, mandarle a hacer exámenes para descartar enfermedades, con esto se dieron cuenta que tenía la progesterona muy alta y las hormonas en general completamente descontroladas.
Ella tomó la decisión de cambiar de médico, fue cuando conoció al Doctor Andrés, quien le quitó el dispositivo y su vida volvió a ser un poco más normal. Al quitarlo los síntomas empiezan a bajar, es por esto que es muy importante que al momento de la charla también se interrogue sobre la salud mental del paciente y tener más control sobre este tipo de pacientes, programando citas cada seis meses para ver cómo evolucionan.
Ella cuenta que siempre estuvo rodeada de hombres y su síndrome pre menstrual nunca había sido fuerte, entonces no le ponía atención a los cambios hormonales normales que sufría, después de este incidente aprendió a entender el SPM (Síndrome Pre Menstrual) porque perdió muchos amigos que no entendieron lo que ella estaba viviendo, “hasta que no lo vives, no lo entiendes”, comenta, aconsejando que siempre se vean ambos lados de la historia para no tildar a alguien de “loco”.
El caso de Juliana no es completamente aislado, hay muchas mujeres que no solo han sufrido de depresión o paranoia sino de trombos en las venas y terminar en la Unidad de Cuidados Intensivos o en la muerte, “no es culpa del anticonceptivo sino de una mala práctica”, acota el Dr. Daste. Siempre hay que tener en cuenta que, como todo medicamento, tienen contraindicaciones y riesgos. Hay mujeres que han utilizado estos dispositivos y viven una vida plena, sin ningún contratiempo durante años.
Tampoco hay que satanizar estos métodos, es importante encontrar el que sea adecuado para cada persona. Existen naturales como el Daisy, que mide la temperatura basal y no requiere de la ingesta de hormonas, pero hay que saber que para utilizarlo toca tener una disciplina rigurosa, si la personas está de acuerdo, bienvenida a usarlo. “Yo pienso que uno como médico no está para dar órdenes, estoy convencido que uno está para dar opciones”, dice Andrés.
El tema de la planificación tiene que trascender más allá del machismo o del feminismo y entenderlo como una forma de disfrutar de la sexualidad controlando y tomando la decisión de cuando queremos tener un embarazo y con quién tenerlo. Empezar desde la casa a hablar con los más jóvenes al respecto, para que los tabúes no sigan pasando de generación en generación. Que en las instituciones educativas sea una materia obligatoria desde edades tempranas, para que cuando lleguen al momento de tener una relación y sepan realmente lo que hacen, ir bajando los niveles de ignorancia y predisposición. Una buena opción es incluir los condones dentro de la canasta familiar, no solo para evitar embarazos no deseados sino prevenir las enfermedades de transmisión sexual y los padres tengan dentro de su plan de crianza - si es posible - pagar procedimientos costosos como lo son los dispositivos intrauterinos para darles la opción a estas mujeres de disfrutar sin estar pensando es que pueda existir una posibilidad de un embarazo temprano. Lo importantes es tener las conversaciones oportunamente para que tanto hombres como mujeres estén al tanto de las opciones que tienen para cuidarse.
Al sembrar estas semillas se pueden generar cambios, que se ven pequeños pero que son muy necesario y que irán transformando a la sociedad, desde los pensamientos patriarcales y machistas sobre los anticonceptivos hasta la opción para las mujeres sobre su futuro y tener el chance de estudiar. Todo puede depender de un condón o una pastilla, todo es cuestión de tomar la decisión acertada.
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